viernes, 5 de agosto de 2016

EJERCICIO 2: Fotografía

por Eduardo Urbán

Cuatro poniente mil ciento doce. La dirección está en el centro de la ciudad, fue fácil localizarla; la sorpresa fue ver que se trataba del Mercado de los Sabores. Temiendo llegar tarde pasé de prisa por la explanada que se encuentra invadida por cuatro contenedores de ferrocarril: tres estaban cerrados y uno dedicado a la venta de libros,  a cuya encargada me acerqué para preguntar por el taller de lectoescritura. Ella me contestó:

- Son los sábados de doce en adelante.

Entré en el mercado y observé que varios puestos estaban desiertos, mientras los restantes con muy pocos parroquianos. El suave calor  y los aromas de la comida frita me distrajeron un momento: garnachas, pescado, plátanos y quién sabe cuántas preparaciones más. Al ver que el mercado no tenía un lugar apropiado para otra actividad que no fuera la venta de comida pregunté por la administración  y a ella me dirigí a pedir informes, pero nadie pudo brindarme dato alguno, sólo me indicaron de manera desconcertada que fuera a los contenedores a lo mejor ahí si me informarían.

Salí del mercado junto con seis jóvenes que terminaron de comer y por lo visto muy opíparamente, ya que balanceaban sus cuerpos al ritmo de sus pasos, limpiando sus dientes con palillos y comentado animosos sus siguientes actividades del día; sus risas contagiosas quedaron atrás. La tarde nublada anunciaba la lluvia inminente pero ellos eligen por destino la casa de Pedro llegando a ella no importaría la lluvia fue el comentario de una agraciada joven participante del grupo.


Seguían cerrados los contenedores pero en uno de ellos estaban pegados los carteles de la propaganda del taller...

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