Viajé
sin descanso, a veces rápido a veces suavemente, cuando llegué a la ciudad
curiosee por todos lados, toqué todo a lo que me acerqué, seguía sin descanso
pasando por avenidas, parques plazas, callejones, campos deportivos, el tiempo
nunca me importó.
Me
encuentro en el centro de la ciudad cuando lo veo, es alto, fornido, guapo,
toco su suave piel, de inmediato lo abrazo con fuerza, es mío, lo disfruto.
Continúo
por la avenida principal, ella viene de frente ¡qué figura! ¡que rostro!
suavemente toco sus labios que me encienden, levanto rápidamente su vestido
para acariciar sus piernas sin sentir pena, pudor o recato, la acompaño unos
pasos para abandonarla e ir más rápido, así empiezo a correr por las diferentes
calles y avenidas, entro por las puertas y ventanas abiertas de oficinas y
comercios, me acerco a los suburbios para entrar a las casas que tienen
abiertas puertas y ventanas, al salir de la ciudad siento el ambiente cálido
que me da fuerza para correr por los campos.
Mi
velocidad se acrecenta, golpeo lo que se me pone enfrente no lo puedo evitar,
pronto siento un gran impulso con lo que empiezo a girar doblando yerbas y
ramas.
Mis
giros se hacen incontrolables levanto del piso basura, tierra, animales, vehículos,
casas.
Dentro
de mi torbellino giran los restos de todo lo que he tocado, a mi derredor lluvia
y granizo, sirenas. Por todos lados miedo desesperación y llanto.
Me
siento cansada ha sido una locura como siempre, voy aminorando mi ímpetu, a cada
avance mi fuerza disminuye por lo que abarco menos extensión, me estoy
debilitando pero continúo por montes y valles, bosque y praderas.
Ahora
casi sin fuerzas, en estos sembradíos voy desapareciendo hasta dejar sólo mi
última huella tan ancha como un hilo más ha quedado testimonio de mi paso por
el mundo.
muero,
pero estoy consciente de que empecé como una suave brisa-
No hay comentarios:
Publicar un comentario